sábado, 27 de marzo de 2010

LAGA - Primavera Verano 2010

En primavera de 1996 Gonzalo Iraolagoitia van a la oficina 1551 de Banco Sabadell de Bilbao y piden una cuenta de credito de dos milliones de pesetas, alquilan una oficina de 35 metros cuadrados en un segundo piso de la calle Bidebarrieta del Casco Viejo bilbaíno, un amigo les regala los muebles de un local que había cerrado, compran dos más en una almoneda para dar ambiente, la pintan en un fin de semana y comienzan una aventura que ha llegado hasta aquí, una aventura que...siempre ha estado trazada por viajes, busquedas, reflexiones y pasión...Creo que LAGA se reconoce, un estilo claro, evolucionado, cada temporada se nota el avance pero siempre hay algo que hace todo reconocible, algo básico en un mundo en el que no sólo valen las ideas y lo que se hace, sino también la posibilidad de demostrarlo...Se ve que han parado en cada prenda, han ido y vuelto para que quede tal y como está, con detalle pero fresco, también se aprecia como siempre un lápiz traza todo de principio a fin creando una imagen de colección total y complementaria. Siguen su camino.

Con sus patrones Babydoll y sus combinaciones de tejidos y colores, estampados frescos que mezclan con sabiduría flores, rayas, lunares, hojas, Laga es un díario de adolescente, un aroma a té verde, un desiderio de pintar paysajes, una poesia...

"Nunca pensé que pudiese hacerme caso, pero lo hizo,
la primera vez quedamos por la tarde.
Le fui a buscar al trabajo,
eso sí que marca.
En tres semanas le conté toda mi vida,
los tontos viajes de estudios,
cuando me dejó una chica,
haciéndome el triste
cuando empecé en la uni,

aquel verano que trabajé en un almacén,
lo del grupo de teatro,
aquel trabajo que hice sobre el cine de los setenta.

Hice lo que pude.
Le invité a cenar a un italiano un par de veces,
fuimos al cine, cuatro,
salimos a bailar, dos,
le regalé dos libros, una novela y uno de Salinas,


definitorio,
agoté los poemas y las canciones italianas.
Le cogí de la cintura ya tarde, al de dos semanas,
tarde para los tiempos que corren, creo.
No llegué a ir a su casa, creo que mejor.
Le hablé del curso que hacía sobre antipsiquiatría italiana,
con dudas sobre si le interesaría,
me preguntó alguna cosa, así que no fue mal.
Un día, osado, le llevé una rosa.
Sólo sonrió, la verdad que no supe como tomarlo.
Se me acababan los días, no sé porqué.
Sentía presión,
Al acabar la cuarta semana me atreví y le dije:

- he hecho todo lo que podía, he utilizado mis tristes trucos

de amante novato, te he contado, ya, en treinta y dos días
casi todo lo interesante de mi vida, he repetido gestos galantes
que veo en el cine, he memorizado poémas para hablarte,
lo siento pero no sé hacer más, creo que llego hasta aquí -
Me miró fijamente, sonrió como siempre, y me dijo:

- mañana vienes a buscarme y empiezas otra vez por el principio - "
en

http://www.laga.es












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