"Nunca pensé que pudiese hacerme caso, pero lo hizo,
la primera vez quedamos por la tarde.
Le fui a buscar al trabajo,
eso sí que marca.
En tres semanas le conté toda mi vida,
los tontos viajes de estudios,
cuando me dejó una chica,
haciéndome el triste
cuando empecé en la uni,
lo del grupo de teatro,
aquel trabajo que hice sobre el cine de los setenta.
Hice lo que pude.
Le invité a cenar a un italiano un par de veces,
fuimos al cine, cuatro,
salimos a bailar, dos,
le regalé dos libros, una novela y uno de Salinas,
definitorio,
agoté los poemas y las canciones italianas.
Le cogí de la cintura ya tarde, al de dos semanas,
tarde para los tiempos que corren, creo.
No llegué a ir a su casa, creo que mejor.
Le hablé del curso que hacía sobre antipsiquiatría italiana,
con dudas sobre si le interesaría,
me preguntó alguna cosa, así que no fue mal.
Un día, osado, le llevé una rosa.
Sólo sonrió, la verdad que no supe como tomarlo.
Se me acababan los días, no sé porqué.
Sentía presión,
Al acabar la cuarta semana me atreví y le dije:
- he hecho todo lo que podía, he utilizado mis tristes trucos
de amante novato, te he contado, ya, en treinta y dos días
casi todo lo interesante de mi vida, he repetido gestos galantes
que veo en el cine, he memorizado poémas para hablarte,
lo siento pero no sé hacer más, creo que llego hasta aquí -
Me miró fijamente, sonrió como siempre, y me dijo:
- mañana vienes a buscarme y empiezas otra vez por el principio - " en
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